[D66] Cumbre de la UE: miles de millones para los bancos, nada para los trabajadores
R.O.
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Mon Dec 14 07:28:10 CET 2020
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Cumbre de la UE: miles de millones para los bancos, nada para los
trabajadores
Peter Schwarz
hace 25 minutos
La cumbre de la Unión Europea (UE) del 10 al 11 de diciembre parecía una
fortaleza sitiada. Tuvo lugar en medio de la crisis social y económica
más profunda a la que se ha enfrentado la UE desde su fundación.
La pandemia de coronavirus está fuera de control. Cada día, más de 5.000
personas mueren a causa del virus en Europa y más de 200.000 se infectan
de nuevo, y las cifras aumentan. La ira, la indignación y la resistencia
están creciendo contra las políticas irresponsables de los gobiernos de
todo el continente, que ignoran todas las advertencias científicas y
sacrifican las medidas de protección indispensable para los intereses de
las grandes empresas.
Los jefes de Estado y de Gobierno se reunieron personalmente en Bruselas
por primera vez después de que se hubieran celebrado en línea las
anteriores reuniones del Consejo Europeo. Optaron por este arriesgado
enfoque porque las diferencias y tensiones habían llegado a un nivel que
ya no se podía superar a través de la videoconferencia.
En horas de negociaciones que duraron toda la noche de jueves a viernes,
finalmente lograron calmar los feroces conflictos. Sin embargo, esto no
significa que se hayan superado las diferencias. Lo que actualmente
mantiene unida a la Unión Europea es, sobre todo, el miedo de la clase
dominante a la clase trabajadora. Cuando se trata de reprimir la
oposición social, construir un Estado policial, seguir una política
exterior militarista y hacer nuevas donaciones multimillonarias a los
bancos y corporaciones, todos están de acuerdo.
Es significativo que el Consejo Europeo solo debatió la pandemia de
manera periférica y no decidió ninguna medida para contenerlo. En
cambio, el Consejo acogió con satisfacción "la coordinación de esfuerzos
a nivel de la UE hasta ahora" y se comprometió a "fortalecer esta
coordinación, en particular en la preparación para un levantamiento
gradual de las restricciones y un regreso a los viajes normales,
incluyendo el turismo transfronterizo".
Esto significa que los gobiernos europeos continuarán con sus políticas
actuales, que han provocado el mayor desastre sanitario desde la gripe
española hace cien años, y harán todo lo posible para eliminar
rápidamente las medidas de protección completamente inadecuadas.
La decisión más importante del Consejo Europeo fue la adopción del
presupuesto de la UE para los próximos siete años y la publicación del
paquete de estímulo económico de 750 000 millones de euros, que la UE ya
había acordado en el verano. La Comisión de la UE bajo Ursula von der
Leyen tiene así la gigantesca suma de €1.8 billones a su disposición en
los próximos años para enriquecer a los bancos y corporaciones, sobornar
a los políticos y poner a los gobiernos recalcitrantes en línea.
La directora del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde,
complementó esta suma el jueves con un regalo de Navidad muy especial.
El BCE amplió su Programa de Compras de Emergencia ante una pandemia
hasta finales de marzo de 2022 y lo amplió en €500.000 millones. El
coste de los bonos basura que el BCE comprará a bancos y especuladores
aumenta así a unos increíbles €1,85 billones.
Esta es la mayor redistribución de la riqueza en la historia, ya que la
clase trabajadora tendrá que devolver las enormes sumas de dinero en
forma de recortes en los programas sociales y los salarios. Las bolsas
de valores están jubilosas. A pesar de la crisis del coronavirus, los
precios de las acciones europeas se están acercando a máximos
históricos. Nunca la generación de dinero ha estado tan completamente
desconectada del desarrollo económico real. Si se necesitaran pruebas
del carácter parasitario y antisocial del impulso de lucro capitalista,
no podría haber habido nada más concluyente.
El presupuesto de la UE y el paquete de estímulo estaban al borde del
colapso antes de la cumbre. Tanto Polonia como Hungría habían amenazado
con vetos. Al hacerlo, querían derribar el llamado mecanismo de "estado
de derecho". En octubre, el Parlamento Europeo y la Comisión de la UE
acordaron un reglamento que permite a la UE suspender los pagos a los
Estados miembros que violan los principios del estado de derecho del
Tratado de la UE. Esto fue dirigido contra Hungría y Polonia, cuyos
gobiernos han socavado en gran medida la independencia del poder
judicial y los medios de comunicación.
La canciller alemana, Angela Merkel, intervino personalmente antes de la
cumbre para llegar a un acuerdo con el primer ministro húngaro, Viktor
Orbán, y su homólogo polaco Mateusz Morawiecki, que luego fue confirmado
por el Consejo Europeo. El mecanismo del estado de derecho sigue vigente
y será nuevamente invocado solemnemente en las “conclusiones” de la
cumbre. Sin embargo, ahora está adornado con tantas condiciones previas
que nunca se aplicará en la práctica. Orbán y Morawiecki celebraron el
acuerdo como una victoria.
En cualquier caso, la UE nunca se preocupó por los principios
democráticos. El deslizamiento de Hungría y Polonia hacia formas
dictatoriales de gobierno fue, sobre todo, un obstáculo para la política
exterior agresiva de la UE, que le gusta disimular con frases sobre
"valores occidentales" y "democracia". De hecho, todos los gobiernos
europeos son cada vez más abiertos en su recurso a métodos dictatoriales
y fascistas para reprimir la creciente resistencia de la clase trabajadora.
Por ejemplo, diez días antes de la cumbre, la Asamblea Nacional francesa
aprobó una “ley de seguridad global” contra la cual cientos de miles
tomaron las calles. Entre otras cosas, prohíbe la filmación de policías
violentos y restringe severamente la libertad de prensa. Una ley contra
el islam, que el gobierno de Emmanuel Macron está discutiendo
actualmente, tiene rasgos abiertamente racistas y pisotea los derechos
democráticos básicos. La declaración final del Consejo Europeo no
menciona directamente esta ley, pero respalda su contenido.
El tema de la “seguridad” ocupa el doble de espacio en las
“conclusiones” de la cumbre de la UE que del COVID-19. Los “recientes
atentados terroristas en Europa” sirven de pretexto. Mientras el Consejo
Europeo no expresó una sola palabra de pesar por las 450.000 víctimas
europeas de la pandemia del coronavirus, exudas hipócritas condolencias
por las víctimas de estos ataques reaccionarios y deriva de ellos un
programa integral de vigilancia masiva, censura y aumento de los poderes
policiales.
Es "extremadamente importante prevenir la radicalización y tomar medidas
contra las ideologías que subyacen al terrorismo y el extremismo
violento, incluso en Internet", afirma la declaración final.
El Consejo Europeo pide "intensificar la lucha contra los contenidos
ilegales en línea" y "garantizar que la educación y la formación
religiosa estén en consonancia con los derechos y valores fundamentales
europeos". Era "esencial que las autoridades judiciales y policiales
puedan ejercer sus poderes legales tanto en línea como fuera de línea
para combatir delitos graves". La cooperación y la coordinación policial
y judicial “debe fortalecerse”.
La cumbre de la UE tardó más en definir un objetivo común sobre el
cambio climático. Finalmente, se acordó que las emisiones de gases de
efecto invernadero deberían reducirse al menos en un 55 por ciento para
2030 en comparación con los niveles de 1990 y que se debería movilizar
capital público y privado para este fin.
Pero no se especificó cómo se logrará este objetivo, y existen
diferencias considerables al respecto. Algunos países de Europa del Este
y Francia, por ejemplo, quieren seguir adelante con la expansión de la
energía nuclear, que otros rechazan estrictamente. Además, este objetivo
sólo debe lograrse en términos netos; la reforestación y otras medidas
de conservación de la naturaleza pueden compensarse.
En política exterior, la cumbre reafirmó los reclamos imperialistas de
la UE en el "Mediterráneo Oriental" y la "vecindad del sur", es decir,
en África del Norte y Central. En el Mediterráneo Oriental, la UE “sigue
comprometida con la defensa de sus intereses y los de sus Estados
miembros, así como con el mantenimiento de la estabilidad regional”,
afirma la declaración final.
Se dejaron de lado las fuertes diferencias sobre Turquía. Por un lado,
el país fue condenado enérgicamente; por otro lado, el Consejo Europeo
reafirmó "el interés estratégico de la UE en el desarrollo de una
relación de cooperación y de beneficio mutuo con Turquía". Grecia,
Chipre y Francia no pudieron imponerse exigiendo duras sanciones contra
Ankara.
En general, la cumbre europea se caracterizó por feroces conflictos
nacionales, que seguirán intensificando. Frente a una profunda crisis
económica y crecientes conflictos sociales, las clases dominantes de
Europa defienden sin piedad sus propios intereses y alimentan el
nacionalismo.
Esto fue más evidente en la pregunta que se cernió sobre toda la cumbre
pero que no se discutió allí: Brexit.
La noche antes de la cumbre, el primer ministro británico, Boris
Johnson, se había reunido con la presidenta de la Comisión de la UE,
Ursula von der Leyen, para cenar en Bruselas, pero no se llegó a ningún
acuerdo. Por tanto, la probabilidad de un Brexit duro con las
correspondientes sacudidas el 31 de diciembre han aumentado
considerablemente.
Johnson se ha convertido hace tiempo en prisionero de los partidarios
del Brexit de derechas, a quienes animó. La UE no está preparada para
hacer concesiones porque teme que otros países luego demanden
concesiones, socavando el dominio franco-alemán y provocando la
desintegración de la UE para siempre. "Porque una cosa está clara: se
debe preservar la integridad del mercado interior", dijo la canciller
Merkel, explicando la dura postura de la UE.
La unidad de Europa, que es indispensable para el avance económico del
continente y elevar el nivel de vida general, no es posible sobre una
base capitalista.
La UE no encarna la unidad de Europa; es un instrumento de poderosos
intereses capitalistas para oprimir a la clase trabajadora y perseguir
objetivos imperialistas. Está lanzando al continente a los mismos
conflictos nacionales que provocaron dos guerras mundiales en el siglo
pasado.
El único camino para adelante es la unificación de la clase trabajadora
en una lucha común por un programa socialista contra la Unión Europea y
por los Estados Unidos Socialistas de Europa.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 11 de diciembre de 2020)
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